En mañanas normales, la ciudad no deja de parecer a otra cualquiera:
el gris del aire bajo la lluvia, la rutina del opositor, el metro, las miradas que no observan...
Sin embargo, llega el día en el que, no sabes por qué, el verde se te mete por la sangre y la luz busca acomodo debajo de la camisa.
Llega la aurora más preñada de oro y la brisa del río invita a enamorarte en cada semáforo con la primera mujer que te cruzas.
Llega el día que presientes en tu pecho, y te encuentras con Sevilla que rebrota como un clavel cuando te topas, a la vuelta de la esquina, con el milagro de la primera parihuela desnuda.
Y es entonces cuando la vida empieza a cobrar sentido.
el gris del aire bajo la lluvia, la rutina del opositor, el metro, las miradas que no observan...
Sin embargo, llega el día en el que, no sabes por qué, el verde se te mete por la sangre y la luz busca acomodo debajo de la camisa.
Llega la aurora más preñada de oro y la brisa del río invita a enamorarte en cada semáforo con la primera mujer que te cruzas.
Llega el día que presientes en tu pecho, y te encuentras con Sevilla que rebrota como un clavel cuando te topas, a la vuelta de la esquina, con el milagro de la primera parihuela desnuda.
Y es entonces cuando la vida empieza a cobrar sentido.