3 de abril de 2009

La escarcha del ruán

A Rafael, que me enseñó a ser Nazareno.

Ya es la hora.

El reloj va marcando a golpe de minutero los pasos que pronto, muy pronto, te conducirán hacia tu destino. La tarde está inyectada en morado.
Sin haberte dado cuenta, el almanaque ha caído sobre tu cabeza. Página a página – y como puedes- te arrodillas para recogerlo con la intención de mantener sobre tu regazo el peso de los días, pero es inútil. Toda vigilia precede a un misterio y tú serás el protagonista del que está por venir.
Cae la noche. Las cunas vuelven a repoblarse de inocentes y la punzada de acero cruza de parte a parte la ciudad. Gallos metálicos comienzan a tomar las calles y han decretado el estado de conmoción por todas las esquinas. Allá por San Lorenzo, pronto empezará la luz a despuntar y será la oración quien proclame su letanía. Preparado y enfundado en tu mortaja, vas a comenzar tu peregrinaje.
Por el camino, rápidamente percibes la electricidad en el ambiente. Nervios, emoción, empujones… Ausente a todo, cruzas una marea de carne y, antes de lo esperado, te percatas de que has llegado a tu destino. Dos guardianes del secreto te dan la bienvenida y automáticamente entras en otra dimensión, una muy diferente de la que hace un momento formabas parte. Aquí todo fluye más lento. Los ojos y el corazón toman la iniciativa y consiguen hacerse un hueco entre la callada legión de centinelas. No quieres que ningún detalle de la escena se te pase por alto. Merece degustarlo todo poco a poco, aún sabiendo que tanta vivencia no puede ser bien digerida por un mismo estómago. Corres el riesgo vomitar azahares, pero a estas alturas no te importa lo más mínimo.
En un trabajo de ingeniería sentimental, las dos hileras de noche se han formado paralelamente. Fuego contra las tinieblas sobre sus cabezas y, sobre el pecho, la rosa del misterio fragmentada en cinco partes. Se abren las puertas. La oscuridad avanza y es ella ahora la que abre la escuadra y prepara el cartabón. Todo empieza a ponerse en su lugar. Tras un pequeño descanso para la tensión, algo sobrecogedor parece tomar vida dentro de la nave. El asombro da paso a la mudez más absoluta. El Arca de la Alianza sobre oro comienza a reescribir la historia de los tiempos. No cabe más amor sobre sus Brazos y nunca existió más sal que en la mirada del Señor. A partir de ahora, sólo queda revisar el cliché de tu vida y callar para los restos.
En poco más de tres espasmos perdemos de vista la silueta, pero no os preocupéis, la vida os va a regalar una nueva oportunidad con la Vida. Nada temáis, sólo tendréis que esperar que el silencio vuelva a cubrir el asfalto de las calles y, tras él, los naranjos tomarán por rehén a la callejuela. Miradla, ahí está ya. Ha venido para florecer y hasta el cristal se ha fundido con la luna para llevarla en volandas.
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El amor acompaña al Misterio, y Éste se reunirá con la Primavera una vez que el alba traspase el ruán que te cubre. Cuando todo haya acabado, volverá la mortaja a caer sobre la cama y una capa de escarcha recorrerá todo los palmos de ella. Quizá sirva de espejo para la Verdad que en pocas horas caminará sobre las aguas… o, tal vez, penetre por todos los poros de tu piel, trazándote para siempre un camino sin retorno a tu ineludible destino.

3 comentarios:

Keyser Söze dijo...

Y después de leerte, que coño escribo yo !!!!!

Esas sensaciones o muy parecidas somos unos pocos de cientos lo que las podemos descubrir año a año, uno no sabe cuando empieza ni cuando acaba, tan solo sabemos el camino, y este camino el que nos abre paso hacia la vida.

Un fuerte abrazo maestro de cuadrillas

sevillana dijo...

Me has dejado sin palabras, nunca te había leido como lo que has escrito hoy, escrito con el corazón y mostrándonos la vida misma.
Te deseo una muy feliz Semana Santa
Besos

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Maravillosa narración de un fugaz viaje a un claro destino.