Regresar siempre tiene una doble cara:
En una tienes el alma abierta, el corazón claro y la sonrisa amplia. En ese caso, es como entrar de nuevo en la cueva de los recuerdos: puedes encontrarlo todo tal y como lo dejaste. En cada esquina te topas con la memoria que te besa dulcemente y notas cómo te engulle la tierra que soñabas pisar.
Pero también, el envés del olvido juega a la ruleta rusa con la bala del ayer. Ves que algo cambia -puede que tú mismo- mientras el metro sigue vomitando huesos en los andenes de la próxima parada; las manos encallecidas, el alma de baja temporal y los ojos hundidos en océnanos de sal te recuerdan sitios por los que antes pasaron otros como tú, incluso con tu mismo nombre.
Y es que es lo que tiene todo regreso: deseas que llegue, pero con los ojos que lo vieron por vez primera.
Hoy regreso más mayor y más cansado, con una nube en la mente que me cuesta apartar...pero al fin regreso...
2 comentarios:
Y nosotros lo celebramos enarbolando al aire pañuelos blancos miarma.
No siempre comento, pero nunca me pierdo tus actualizaciones.
Un saludaso.
Ojalá ese regreso tuyo sólo hubiera tenido una cara.
:*
Publicar un comentario