8 de marzo de 2011

No sé tú, pero yo...

No sé tú, pero yo lo tengo claro.
No quiero - rotundamente me niego- a salir a la calle enfundado en la autoculpa sólo por quedar joven o atrevido.
No quiero remordimientos; olvidarme la conciencia en casa; obedecer unos cánones que ahogan los pulmones de aquellos que nunca podrán permitirse un lujo, mucho menos si se trata de pantalones de marca, y dejar de gastarlos con la lentitud de las horas vividas.
No quiero - al menos no me gustaría- caer en la imbecilidad absoluta camuflada en capricho de nuevo rico; abrazar lo superficial y arrojar lo verdadero, sentirme diferente (no confundir con único), olvidar el aroma que emana la blanca piel que cubre la prenda codiciada. No quiero andar desprevenido y, cuando menos me lo espere, un chorro de arena me tumbe bocarriba, embriagándome de glamour. No quiero que me mate de silicosis el sandblasting del fariseísmo.
No sé tú, pero yo lo tengo claro. Por ello, intentaré llenarme de buenas razones para dejar a un lado tanta tontería que no me deja ser inocente y ni se me pasará por la cabeza adquirir nada que atente contra aquel que lo fabrica, ya sean hoy vaqueros, camisetas estampadas o preservativos fosforitos mañana.
Más vale una conciencia recién estrenada a una exclusividad gastada por el egoísmo. Por eso dejaré que el minutero sea quien desgaje los tejidos de mi ropa y del resto de mis días.

4 comentarios:

Tanquanovis dijo...

Estoy de acuerdo contigo, Juan. Creo que para todo en la vida es mejor dejar que el paso acompasado y sigiloso de los minutos moldee hasta nuestra forma de respirar. Quien no entienda esto no sabe en qué consiste la vida.

Un fuerte abrazo desde el estuario del Odiel.

Piruuuu dijo...

Juan xD

El Pasmo de Triana dijo...

Claro, Juan Belmonte, Piru.

Juan Antonio ( Amaneceres mios) dijo...

Quizas esa teoria habria que aplicarla a todo y dejar que cada cosa envejezca a su tiempo y a su manera.seria mejor y hariamos menos daño.